La adquisición de
habilidades cognitivas y afectivas son numerosas, es por ello que necesitan de
atención, afecto, confianza y estimulación para lograr un progreso equilibrado
y armonioso.
La etapa pre – escolar es el
momento propicio para la promoción de hábitos sanos de higiene, sueño y
alimentación.
En cuanto a hábitos se puede
propiciar el aprendizaje de la higiene bucodental, lavado de las manos antes de
la comida y después de ocuparse en los servicios, baño diario. La adquisición
de hábitos de independencia en la vestimenta,
y alimentación (comer sólo, sentado, sin otros estímulos distractores:
televisión, juguetes).
Los horarios de sueño en los
primeros años pre – escolares, incluye horarios diurnos y nocturnos. El horario
nocturno es para todo el período de 10 a 12 horas diarias, incluida la siesta.
Es útil establecer un régimen fijo y tratar de que el niño se relaje antes de
ir a la cama siendo recomendable que escuche música relajante, se le lea un
cuento, duerma con la luz apagada y solo (a). El permitirles dormir sus horas,
evitará dificultades de atención, irritabilidad y establecer una rutina en beneficio de todos.
Las pesadillas, si son esporádicas, son normales a esta edad, lo importante no
disciplinarlos asustándolos con los personajes de su temática que le causa
miedo y suprimir conversaciones o programas que causen terror.
Los miedos son frecuentes
entre los 4 a 6 años, porque el niño tiene mayor acceso a la realidad que lo
rodea y porque confunde aún lo real de lo imaginario. Es importante no
asustarlos, ni burlarnos, ni minimizar sus miedos. Debemos escucharlos y
permitirles que los expresen. No demos evitar aquello que le causa temor porque
reforzamos su temor, pero tampoco debemos obligarlos a enfrentarlos. Así como
también no debemos en excedernos en cuidados y recomendaciones que puedan
volverlo más temeroso e inseguro.
En cuanto a los alimentos es
importante que se establezca una interralación entre niño y alimentador porque
es un factor protector frente a posibles trastornos de alimentación. Una
interacción social positiva durante las horas de los alimentos, incrementa
habilidades cognitivas, brinda seguridad, promueve valores, afirma la
conciencia de sí mismo y la identidad familiar. Son momentos valiosos que deben
aprovecharse para afianzar lazos familiares, crear temáticas de intercambio.
Lic. Shirley Garrido Arévalo
Psicóloga- Psicoterapeuta
C.Ps.P. 5889